El sueño de la Tierra

Un aspecto relativo a lo cósmico y mítico propio de las culturas y civilizaciones antiguas es la idea del sueño de la tierra. Y el sueño de la tierra es parte de un movimiento permanente, consciente, de la misma vida en todas sus expresiones y formas.  Y hacernos conscientes que somos coparticipes de ese sueño implica aprender a escuchar, a contemplar, a ver. Y ese ver es la manera de reconocernos en el hilo de inter-retro relaciones que se construyen con la vida, todos los seres y nuestra propia interioridad.

Aprender a vivir en el sueño de la tierra, un sueño de esperanza, de fe, es ir avanzando en la liberación.  Es tomar consciencia que no estamos encima, no somos el pináculo, tampoco estamos al lado, somos el tejido mismo de la vida. Somos uno con el todo. Afectamos e influimos en cada espacio y lugar, en cada tiempo que habitamos, así como en las relaciones que construimos con el entorno y otros seres.  Somos el mismo sueño de la tierra, porque nuestra vida se teje dentro del tejido del todo.

Conocer la tierra. Olerla, saborearla, sentirla, verla y escucharla. Dejar que nuestro cuerpo se llene de tierra que vive y vibra. Tierra humedad. Caminar es ir a los ritmos de la tierra.  Resbalarse es untarse de tierra. Quitarse los zapatos y tocar la tierra es dejar que su energía nos inspire y libere. Es sentir su fuerza, su energía, su presencia.  Es la tierra que sueña, es la tierra que vive, es la tierra que es.

Y en esto hay que ser reiterativos hasta que la pretensión de autoridad o superioridad frente a la naturaleza adquiera su dimensión. No estamos separados, no estamos arriba, no estamos abajo, estamos junto a todos los seres que habitan el mundo y somos parte intima del mismo tejido de la tierra y la danza de la vida.

Pereira, Colombia, 16 de mayo de 2025.

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